fecha: 2024-11-10

Un mundo de señalamientos.

El que hace, el que dice y el que mira.

Todos nos enfrentamos a estas cosas, incluso talvez seremos juzgados y esclavos de ellas, deseamos y hablamos en contra de ellas, pero tal vez seremos juzgados por los demás por no haberlas afrontado, talvez seremos recriminados por predicar mucho y aplicar poco, pero a tela de juicio lo habremos intentado, no habremos evadido la responsabilidad, hay algo que me dice que comparta estas cosas, pero también he visto como algunos han sido juzgados por sus propias ideas en imagen de los demás, el tema no tiene que ver conmigo, pues ya soy sumo responsable de mis pensamientos y de mi propia vida, sino que tú puedas absorber lo bueno de donde provenga en la idea de que la sabiduría proviene de una fuente mucho más superior que la humana, recriminar y juzgar el medio por donde pasa esta información para evadir nuestra propia responsabilidad y consciencia para edificar nuestra propia vida, no te hace mucho más valioso que aquel que la tiene y la desperdicia en sus manos.
Muchos se pasan la vida criticando lo que el otro hace, llevando chismes y comentarios de un lado a otro, haciendo de la especulación y las suposiciones verdades subjetivas, esperando que aquel que promete mucho caiga para decir: vieron; esperamos que aquel que prometía algo cayera para etiquetar y generalizar ideas que solo destruyen nuestra sociedad, porque queremos validar nuestra incapacidad de asumir responsabilidades y consciencia, fortalecemos el miedo social a nuestros niños a soñar en grande porque cualquier error o caída los llevara al juicio por mérito de sus propios deseos, castigamos el fallo como un rechazo social y no como una lección de aprendizaje, llenamos nuestras redes sociales de noticias falsas, chismes, manipulaciones de influencers y temas que no construyen nuestra vida; llevamos las buenas noticias y los logros con propósitos nobles a una esquina del reconocimiento por lástima, porque se nos hace difícil salir de nuestra mente negativa, creemos que lo bueno que debemos hacer y reconocer es por lástima, más que por un compromiso personal y colectivo.