Dios nos dio la libertad de pensar y decidir, tomamos nuestras propias decisiones, pero aun así no escapamos de las consecuencias que estas decisiones libres nos traen. No podemos obligar a alguien hacer algo o pensar como nosotros, podemos pensar y actuar diferente, pero no podemos imponer estas cosas pasando por el derecho de alguien más, toda acción tiene una consecuencia buena o mala, es nuestro derecho decidir cómo queremos actuar, donde queremos ir, hacer o creer; toda persona tiene el pleno derecho de decidir siendo responsable de sus decisiones. En ocasiones ese derecho de decisión se ve influenciado por otras personas, medios o espacios en los que vivimos, muchas veces pensamos que decidimos a voluntad propia, pero estamos decidiendo más influenciados por nuestras subjetividades (creencia superficial de algo). Tenemos la decisión de creer en Dios o no, podemos no creer en la ley de la gravedad y no quiere decir que esta no aplique en nuestra existencia, no podemos decir que la ciencia sea falsa porque no lo explique todo, ni que Dios no exista porque no lo vemos, no podemos esperar tomar decisiones y no afrontar sus resultados, tenemos ese derecho que nos dieron para decidir porque nos hicieron para ser libres, pero para usar esa libertad de decisión para nuestro bienestar a futuro, debemos alejarnos cada vez más de la ignorancia de lo que es decidir subjetivamente.