En ocasiones no existen problemas grandes, ni malos entendidos, solo personas irritantes que se alteran con el más mínimo detalle que mal perciben.
Existe en muchas personas la actitud de alterarse e irritarse por tan solo una pequeña mirada, un pequeño suceso, pero la diferencia con las personas que si tienen razón de alterarse por algo que les molesta o algo que realmente merece hacerse respetar, es que estas personas vuelven un pequeño mal entendido en un problema mucho más grande, como personas y como miembros de una comunidad o sociedad, debemos ser tolerantes y siempre buscar el respeto mutuo, la concertación, la solución de problemas con los demás y el camino para esto es la tolerancia y el buen manejo de la comunicación.
Podemos llegar a reclamar un buen trato, respeto y valoración de una manera correcta, sin ser arrogantes, irritantes; porque estas actitudes lo único que busca es confrontar, llenándonos de orgullo y superioridad.
Aunque en nuestra sociedad existen personas con actitudes arrolladoras, arrogantes, grotescas e irritantes podemos ser personas que saben cómo utilizar el lenguaje para reclamar buenos tratos, palabras y atención, no hace falta gritar, golpear o manotear como lo hacen muchos.
Recalcamos la importancia de pensar lo que se va a decir y como se dice, recalcamos el valor de analizar la situación y reacción de una manera y postura asertiva no reactiva, escuchar con atención y comprender, a veces no vale la pena confrontar a alguien que no sabe ni comportarse ante los demás, ni ante si mimo, que no se valora ni así mismo.
Que las palabras se hicieron para edificar, crear, comunicar, amar y no confrontar, dañar o destruir.
Existen maneras de reclamar nuestros derechos, valores y no es intentando confrontar, ni ofendiendo a los demás.
Y si te permites una vida irritante, también permitirás en tu vida el orgullo, el ego, la impaciencia, el malgenio, la violencia etc.